El Patito feo

El día que volvimos de la gira, me fueron a dejar al tren mis compañeros. Lo último que vi de ellos, fue su imagen agitando la bandera chilena en el Andén, lo que me entristeció tremendamente. Pero bueno, la gira había llegado a su fin y no había vuelta atrás. Lo único que quedaba en mi mente y la de is compañeros, fueron los momentos increíbles que vivimos juntos. Los carretes, las visitas a cuidades y museos, los tremendos viajes en bus... todo.

Me quedé dormida, estaba muy cansada. Cuando desperté, el tren se estaba deteniendo en una estación en un pequeño pueblo llamado Cloppenburg. Asustada, tomé mis cosas bajé. Cuando ya estaba abajo, me di cuenta de que había olvidado un bolso arriba. Mal jugado.

Y eso no era todo. Más encima, al pasar el rato, me llamó la atención que el próximo tren no llegaba. Mi fijé bien y claro, yo me equivoqué: me tenía que bajar en Oldenburg, no Cloppenburg. Qué hacer? Tuve que tomar un tren hasta Oldenburg y después otro a Emden, porque no había directo. Al final, llegué muy tarde.

Estaba nevando y hacía mucho frío. Me bajé y en la oscuridad del andén, me di cuenta de que, obviamente, mi familia alemana no me había ido a buscar al tren. En fin. Tomé mis maletas y comencé a caminar. Mi tristeza iba creciendo, creo que nunca me había sentido tan sola.


Llegué a la casa y se sorprendieron: habían olvidado que yo llegaba ese día. Así que dejé mis cosas y me fui a preparar algo para comer. Me fui a acostar, después de hablar con mi familia en Chile.

Al día siguiente, después de ir al colegio y todo, llamé a Chile y le dije a mi mamá que quería volver. Ya estaba aburrida, no quería estar más sola, sin nadie. Lloraba a través del teléfono y le pedía a mi mamá que pagara los 100 dólares de multa que implicaban el cambio del pasaje.

Pero había algo que no había recordado: mi mamá mencionó que los pasajes a Inglaterra estaban comprados. No podía irme y perderme ese viaje. Así que, gracias a los pasajes y a los ánimos de mis papás, me quedé.

Pero esa semana empezaron a mejorar las cosas. El viernes en la noche, llamó un amigo a mi casa, para invitarme a salir. Acepté, aunque en ese momento, no era precisamente mi amigo, sino un perfecto desconocido. Pero, ¿qué importaba? Él quería salir conmigo, con él, podía conocer más gente. No se habló más, fui con él.

Esa noche lo pasé muy bien. Estuvimos en la casa de unos amigos de él y depsués fuimos a la discoteque. Llegué a mi casa muy tarde. Ellos quisieron hablar conmigo, no me pusieron aparte, les interesó que yo fuera de Chile.

Esa noche, me di cuenta de algo que jamás había pensado. Que podía agradarle a la gente. Que en realidad, alguien se había fijado en mí y me había invitado de nuevo. Que era interesante. Y ese pensamiento me hizo sentir mejor. Asé que tomé una desición.

Cambié mi pensamiento. Me di cuenta de que sola valgo lo mismo que acompañada, aunque sea de las personas que más quiero. Que no era necesario nada, yo me basto.

Empecé a disfrutar mi soledad y el hecho de vivirla en otro país. Empecé a salir, a conocer gente. Me presentaba a todo el mundo, a todos les daba mi teléfono y no faltó el que me llamó. Y así, se empezó a pasar el tiempo volando. Me fui a Inglaterra y lo pasé increíble.

Al volver, ya me quedaba poco tiempo en el viejo continente, lo que aproveché al máximo. Al llegar el día de la despedida, todos estaban tristes porque me venía, mis amigos alemanes, un amigo de Brasil y una amiga de México.

Y a mí, me parecía tan increíble poder causar ese efecto en la gente. Porque antes, yo era completamente distinta. Era antipática, no aceptaba invitaciones. Era la más cuadrada y desagradable. Lo he dicho muchas veces: creo que hasta yo me caía mal.

Esa experiencia sirvió para cambiar mi vida y convertirme hoy en lo que quiero ser: una persona más alegre, que no se hace problemas por cosas chicas que no tienen importancia. Vivir la vida a concho, porque es una sola. Ser cariñosa con los que me quieren, con los que me conocen y con los que no conozco tanto.

Hoy soy una persona distinta. Confío más en mí misma, me tengo fe. Sé que soy capaz de convertirme en una gran persona, sé que he podido hacer que la gente a mi alrededor me quiera e incluso, que halla gente que se la juegue por mí. Hay gente que me ama por lo que soy ahora.

La Pau que conocen hoy es distinta a la Pau de antes, pero es mejor. Y me gusta ser así.

Les estoy muy agradecida a mis papás, por esa oportunidad que me dieron. Creo que ellos no se arrepienten de haber ido a dejar a una Paulina al aeropuerto y haber ido a buscar una distinta cuando llegó a Chile. Y yo tampoco.




Fin

1 comentarios:

Felipe Martin dijo...

Genial reporte
Yo he pensado muchas veces en algo q mencionas ahi, disfrutar la soledad y el encarar gente nueva. Me hace pensar como soy, y como me presento ante los desconocidos.... soy realmente yo?? soy con los q conozco realmente yo?? o uno se condiciona un poco??
Creo q todas esas experiencias son las grandes lecciones q te da la via y te ayudna a crecer. Felicitaciones por haber tomado el camino dificil pero mas enriquecedor